Un nuevo horizonte (Ixchel)

Gran lugar y grandes minutos de soledad y tranquilidad.
El canto de los pájaros, la brisa del lago acompañada del viento, el vaivén de las ramas de los árboles circundantes... Suspiré, todo era tan sumamente reconfortador que deseé por unos instantes que aquello se congelase para la posteridad conmigo dentro disfrutándolo de por vida.
pero aquello no iba a poder ser así que abrí los ojos lentamente después de un largo tiempo sin hacerlo y miré a mi alrededor, no había nadie.
La pequeña cascada me daba la espalda y decidí ir hasta ella, rodearla y divertirme un rato con la presión del agua cayendo libremente.
Salí por una de las orillas del lago y rodeé a la cascada. Trepé un par de rocas y...
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! - pegué un grito mientras mi manos, automáticas, iban a tapar mi pecho y entrepierna - ¡largo de aquí! - me salió sin pensar al ver a Ioan ahí plantado.
Acto seguido me tiré al agua de inmediato para evitar que pudiese verme desnuda.

Cerré los ojos y me hundí en el sonido del agua al caer, pensando en todo lo bueno que me había pasado en la vida, intentando recapitular y poder estar agradecido por algo, tener una razón para ser optimista y poder seguir adelante en general. Resultó que encontré más de lo que yo había pensado, incluso de mi estancia en el campamento de los Karpatos. Podía sentir la calma bañarme como si fuera el agua de la cascada y entonces...

¡Mierda!

Fue lo primero, o casi lo único que pensé en cuanto oír el grito ensordecedor de Ixchel, me levanté de un salto y me metí detrás de un árbol - ¡Lo siento muchísimo! - no sabía si serviría de algo con ella pero tenía que intentarlo - Yo... no era mi intención... Sólo había venido a pensar... Ni se me había ocurrido pensar que estarías aquí... Lo siento mucho... - me quedé detrás del árbol y esperé a que hiciera lo que pensara que fuera mejor... y no sabía porqué se me pasó por la cabeza la idea de si iría armada o no - No sé lo que te pasa conmigo... ni porqué... y tampoco tengo mayor interés en que me lo cuentes... Sé que esto puede no servir de nada porque yo también odié a mucha gente sin motivo mucho tiempo... Pero lo siento... - busqué a mi alrededor buscando la capa para irme lo más rápido que pudiera.

Si es que eres idiota, Ioan... ¡idiota! - me recriminé a mí mismo.

Lo miré desde el agua aún tapándome todo lo que podía. Sabía que con el cuerpo sumergido apenas podría ver nada ya que las ondas y el agua en sí me distorsionaría la figura... pero me daba igual.
EL chico empezó a disculparse como un loco y se colocó tras un árbol para mirar. He de admitir que aquella reacción me sorprendió bastante y no de manera inngrata.
Cualquiero otro hombre normal para mi se hubiese aprovechado de la situación y...
Sacudí la cabeza para intentar no seguir pensando por ese camino. Las imágenes de todo el horror que había vivido no hace muchos años atrás vinieron a mi mente y comenzaron a martillearme sin darme tregua a nada.
Me centré en Ioan y en su extraña reacción. Se me ocurrió algo para ponerlo a prueba.
Empecé a negar con la cabeza y a hacer movimientos con las manos indicándole que callase.
- Hazme solo un favor y no pasará nada - el muchacho quiso mirarme para, supuse, hacerme saber que me escuchaba, pero se arrepintió a medio camino.
- Tengo los ropajes limpios al otro lado de la cascada, ¿podrías acercármelos y así poder salir, por favor? - le pedí con una inocencia y amabilidad extrañas en mi en cuanto a dirigirme a hombres se refería.
Veríamos si lo hacía o si, simplemente, se limitaba a robármela o escondérmela.

Me asomé un poco desde detrás del árbol pero no llegué a mirarla. Escuché atentamente lo que me decía y me paseé por la zona donde me había dicho buscando su ropa y regañándome a mí mismo por haber pensado que la casacada esa no estaría cerca del lago teniendo en cuenta que el lago debía recibir el agua de alguna parte - Tu padre estaría orgulloso de tu maravillosa capacidad de lógica

Me pateé a mí mismo mentalmente para hacerme callar y cogí la ropa de Ixchel de dónde me había dicho, bajé dando un par de saltos por encima de las rocas y caí en una roca en la orilla y bajé hasta la tierra para dejarle la ropa lo más cerca de ella que pudiera y en un lugar limpio a poder ser - Aquí tienes - me di la vuelta y me metí entre los árboles para dejarla vestirse con calma.

Mucho estaba tardando... pensé justo antes de que llegase y depositase la ropa que le había pedido a orillas de la cascada.
Lo miré con los ojos abiertos de par en par, aquello no lo había esperado en ningçun momento...
- Vaya... - musité sabiendo que no me habría escuchado.
Salí lentamente mientras él estaba de espaldas a mi y me vestí rápidamente. No me acerqué mucho a él y cuando comencé a hablar lo hice mientras terminaba de atarme la especie de corsé que tenía hecho por mi madre: uno de mis favoritos.
- Gracias... - le dije con un poco de esfuerzo pero sabiendo que debía decirlo. Ioan me había sorprendido gratamente...
Di un par de pasos hacia delante y lo miré girando un poco la cabeza.
- Puedes girarte y tal... no voy a comerte - todavía... pensé.

Me giré lentamente y la miré direcatamente a los ojos - No quería estropear más... - pensé cómo poner la situación de forma suave - Lo que sea que te haya hecho... no era mi intención molestarte. Sólo quería buscar un buen lugar para pensar

Me giré para mirar el lugar con calma, era un sitio precioso con unos árboles altísimos y esa cascada que caía, sin duda se respiraba mucha paz, una paz que hacía nueve años que no sentía. Todavía no me podía creer que Annek tuviera tanta información sobre mí. Agité la cabeza un segundo y volví a mirar a Ixchel. Quería preguntarle que le pasaba conmigo pero no sabía cómo iba a reaccionar.

Continué con la ceja levantada, ¿cuanto tiempo hacía que no mantenía una "conversación" normal con un hombre? Mucho tiempo, creo que nunca llegué a tenerla con ninguno. Aquello era totalmente nuevo para mi y no sabía cual era mi siguiente paso.
Me encogí de hombros.
- Bueno, no pasa nada. Supongo que yo tampoco he sido la mejor anfitriona, por asi decirlo, como para recibir buenos modales por tu parte - ¿esa era yo? Dios, que extraña.

Me di la vuelta y me senté observando el agua y sus ondas.
- ¿Te apetece seguir pensando? - dije sin mirarlo pero crei que, claramente, ofreciéndole un espacio junto a mi raro, raro, raro.

Me encogí de hombros, aunque quisiera seguir pensando aquello no llevaría a ninguna parte, simplemente a que acabara hecho polvo otra vez - No importa, de todas formas no tengo mucho más en lo que pensar

¿Y ahora qué? No estaba acostumbrado a hablar con mujeres, al menos no de mi edad, y mucho menos después de que las haya pillado bañándose. Me rasqué la cicatriz de puro nerviosismo y miré a Ixchel - Esto... será mejor que me vaya - antes de echar a andar me giré a Ixchel y la miré - Y no te preocupes por no haber sido una buena anfitriona... En los Kárpatos tampoco son demasiado amistosos

Giré el rostro mientras lo miraba irse.
Me estaba diciendo que para UNA vez que le digo a un hombre que se siente a mi lado y estoy dispuesta a hablar con él sin deseos de matarle... ¿¡no acepta!?
¿¡Pero quién se creía que era!? ¡Encima!
Me levanté indignadísima y medio corrí hasta él cogiçendolo del brazo y haciendo que se volviese y se quedase frente a mi.
- Oye, oye, oye - estaba que no me lo creía - Ahora que me digno a decirte de hablar. Ahora que me... bueno, digamos que estaba dispuesta a ser amable y escuchar o lo que fuese... ¿¡Te largas!? ¿¡AHORA!? - verlo para creerlo.

La miré con los ojos como platos, desde luego lo estaba haciendo estupendamente con ella, sí señor. La siguiente reacción fue un acto reflejo, me solté de su agarre con calma y me fui a sentar a una roca a la orilla del lago. Escuchar... había dicho que estaba dispuesta a escuchar, ¿lo diría en serio? Y lo que era más importante, estaba dispuesto yo a hablar de aquello cuando no había pasado ni una hora desde que había "hablado" con Annek de eso mismo... después de la pesadilla de esa noche. Me rasqué la cicatriz del ojo inconscientemente y antes de que pudiera cerrar el pico mi subconsciente empezó a hablar por mí - ¿Sabes? Te envidio... - comencé tirando piedrecitas al lago y viendo como las ondas perturbaban la pacífica superficie, me giré a Ixchel un segundo antes de volver a centrarme en las piedrecitas y las ondas - Annek es estupenda... una madre cariñosa que está claro que te adora... Yo apenas recuerdo a la mía

¿Por qué le contaba eso a Ixchel? No lo sabía. ¿Cómo reaccionaría ella? Dios sabía que eso tampoco lo sabía. ¿Podía parar en ese momento de hablar? Lo dudaba mucho.

Me quedé en silencio esperando su reacción mientras seguía viendo como las ondas que hacían las piedrecitas se hacían más y más grandes hasta abarcarlo todo y en ese momento pude ver la similitud entre eso y mis problemas, era capaz de hacer que la cosa más pequeña me dominara y se extendiera por todo mi ser... quizás debería trabajar para cambiar eso.

Me coloqué junto a él aún siendo algo incoherente con mi yo interior y abracé mis piernas mientras meditaba el paso que venía ahora.
Agradecí que él dijese algo porque así no se creaban momentos que la gente denominaría incómodos y a mi se me haría algo más llevadera esa situación tan nueva.
Me encogí de hombros tras lo que dijo.
- Se que tengo suerte y por ello la conservo lo mejor que puedo, aunque no lo parezca - sabía a la perfección que con mi comportamiento del día anterior, a cualquiera que le dijese eso, se reiría en mi cara... pero era cierto - la adoro y ella parece adorarte a ti a pesar de no conocerte ni de 24 horas, ¿qué es eso especial que le ha llamado tanto la atención a mi madre? - le pregunté queriendo decir realmente algo así como "dime que escondes".