Nueva guardia personal [Noche] (Viorka)

El rey Lucian había mandado buscarme al cuartel, me extrañó que quisiera recurrir a una audiencia personal, me dirigí sin demora por ello al castillo preguntandome que nueva misión nadie más quería y me tocaba realizar. Me adentré en la sala real prácticamente perseguida por la guardia real, al fondo, sentado en el trono estaba Lucian. Caminé por aquella eterna alfombra y a los pies de los escalones que daban paso al trono me detuve y clavé una rodilla en el suelo.
-Majestad -dije en tono fuerte y seguro agachando la cabeza.
-Tengo un nuevo trabajo para ti, empiezas hoy y aquí -dijo arrastrando las palabras, ¿En el castillo? Se tornó lógico que me hubiese hecho ir, ignoraba de que se trataria, solo sabía que significaba una cosa: más vigilancia, que conllevaba más cuidado, sin duda el cuartel era preferible -A partir de ahora serás la nueva guardia personal de Viorka Shumia, mi sobrina. Le prestarás tus servicios siempre que ella lo solicite o siempre que yo lo solicite...por supuesto nada de lo que haga debe de ser un secreto para mi...-hizo un breve pausa hasta que levante la mirada para toparme con la cara de la arrogancia -¿Entiendes?
-Entendido, majestad -asentí, sin saber el porqué de sus palabras del todo, me pregunté que había sido de su guardia personal anterior y que le hacia al rey tener esa mirada de sospecha.
-Informala, puedes irte -terminó con un gesto de su mano ciertamente algo despectivo para pasar a otras cosas, hice une reverncia y me giré para salir decididamente de allí.


Busque los aposentos de la sobrina del rey tal y como él había ordenado, por el camino recapitulé sobre lo que sabía, sabía que un soldado había sido acusado de traición por tener trato con rebeldes y que había escapado ganandose por ello un buen precio para su cabeza, ¿acaso era ese soldado el anterior guardia de Viorka?, realmente tenía sentido, aun más después de la actitud de Lucian, pero como siempre todo lo que toque a algún miembro de la realeza se esconde bajo llave.
Llegué hasta los aposentos de la mujer que por desgracia ocuparia gran parte de mi tiempo, llamé dando un par de golpes con el pomo que colgaba de la puerta.

No podía hacer nada por sir Jorah. Había sido un imprudente al arriesgarse a salir con tantísima vigilancia. Teníamos la soga al cuello más apretada que nunca y yo había tenido que hacerme la sorprendida, actuar y hacer de mujer dolida y herida ante el rey. Pero mis lágrimas, para mi pesar, eran reales. El caballero podía darse por muerto si la mano ejecutora del rey lo encontraba.
Apreté con fuerza la mano de Fántima que me colgaba del cuello y la acerqué a mis labios. Deseaba con toda mi alma que sir Jorah no regresara al castillo, ni vivo, ni muerto. Y no sabía qué podía ser peor, que lo ejecutaran sin más o que lo torturaran en las mazmorras. No. Sería peor que regresara vivo... No sería capaz de soportar algo así.
Me levanté y me acerqué a la ventana, y fue entonces cuando alguien llamó a la puerta. Giré medio cuerpo.
-Adelante- dije.

Empujé la puerta al escuchar la voz de la sobrina del rey, di un paso hacia delante hasta que me encontré con la mirada de la mujer a la que tendria que servir desde ese momento.
-Su majestad me envía para comunicarle que seré su guardia personal a partir de este momento, Ylenia Beryx para servirle, mi señora -apoyé lel puño derecho sobre el hombro izuquierdo e incliné la cabeza. Volví a levantar la mirada preguntándome como sería aquella mujer y si tendría algo que ver con las acciones y movimientos de su anterior guardia, si era así tal vez aquello fuese más interesante para mi a la larga de lo que podría haberme parecido en un principio.

Arqueé las cejas al ver aparecer a aquella mujer en mis aposentos, y avancé hacia ella en un par de pasos lentos. No podía creer que Lucian me hubiera puesto una niñera. Pero eso significaba que sospechaba de mí, y eso no era nada bueno. Bajé las manos y las crucé, encerrando la mano de Fátima en el puño. Me recompuse, una máscara impenetrable de soberbia y arrogancia, y una desconfianza que no me molesté en disimular.
-Mi anterior guarda fue un traidor- mascullé con más entereza de la que me habría creído capaz en ese momento. Alcé la cabeza con esa superioridad que me caracterizaba- Espero que vos no resultéis igual de decepcionante.
"Perdonadme, sir Jorah, pero no puedo delatarme y echarlo todo a perder", pensé. Mi voz era un látigo, y mis palabras la punta que restallaba sobre la piel, rompiéndola y dejando derramar un hilo de sangre. A Jorah lo conocía muy bien, pero aquella mujer no me daba buenas vibraciones.

Bajé la mano del hombro y levanté la cabeza dejándo a parte la habitual presentación sumisa de mis servicios militares.
-No os preocupeis, no tendreis ese problema conmigo-le aclaré con confianza y seguridad, preguntandome si intentaba aparentar con aquella fachada de prepotencia y frialdad o si por el contrario me había precipitado al pensar que tenía algo que ver con el fugitivo, ¿Me había esperanzado demasiado pronto? Tal vez, difícil era encontrar decencia y lógica en la corte, incluso en sus siervos, como yo.
-Cuando lo deseeis recurrid a mis servicios-volví a hacer una leve reverencia antes de esperar a recibir su aprobación, de cualquier forma le gustase o no allí iba a estar, Lucian tenía motivos para sospechar y si sus sospechas eran ciertas había elegido a la menos indicada para vigilarla sin saberlo, aquella situación podia tornarse peligrosa o podía ser mi billete de salida.

Apreté la mandíbula para que no se me rompiera la máscara que yo misma me había impuesto. Ahora ya no tenía con quién confiar. Había retrocedido cuatro años de golpe, cuando acababa de llegar al castillo y el rey no hacía más que vigilarme, hasta que llegó ser Jorah y vi un resquicio de luz entre tanta sombra. No. Esa Ylenia Beryx no era en absoluto aquel caballero que había sido un padre para mí en la corte. El único que me había dicho la verdad, el único que era honesto conmigo y que estaba dispuesto a morir por mí, aún siendo por orden de Lucian. Yo lo sabía. Pero esa mujer tenía más pinta de mercenaria que de caballero.
- ¿Y por qué el rey ha decidido ponerme otra niñera? ¿A caso vuelvo a tener diecisiete años?- pregunté sin disimular el cabreo y mi carácter altanero- Y no me vengáis con que vela por mi seguridad- gruñí, apretándo los puños.
Si con suerte conseguía sonsacarle algo... Pero bien sabía que mi intuición no me fallaba, y que ahora Lucian sospechaba más de mis intenciones que nunca.

Tuve que guardarme una sutil sonrisa al ver ese resquicio temperamental en su fría fachada, aunque no pude conseguirlo del todo.
-Mi señora, creo que sois los suficientemente inteligente como para saber la respuesta a esa pregunta -comenté sin más, aunque fuese la típica niña caprichosa no era ningún secreto que el amor po su familia no era especialmente lo que movia las intenciones de Lucian, ambas sabiamos perfectamente que no me había puesto allí para proteger a su sobrina, sino para vigilar sus movimientos, aunque no lo hubiese dicho claramente. Ese era en parte el motivo de haberme escogido a mi, si descubria algo sobre Viorka que le perjudicara sabía que yo podría terminar el trabajo, era discreta y me había ganado la cercanía del rey por no fallar nunca. Pero sin saberlo se había equivocado, si tenía razón había cometido un gran error.
-Lamento si la situación os ofende, solo cumplo ordenes -no sería un trabajo fácil ganarme su confianza para descubrir si había algo más allá, pero intuía que aquello sería importante.