[Mañana] (libre)

La mañana amaneció soleada, Dagen pastaba a pocos metros del río, cerca de mí que despertaba recostado sobre un tronco. Una fresca brisa del noreste acariciaba mi rostro y hacía sonar con su movimiento las hojas de las hayas.
Me levanté, dejé mis ropas junto al árbol y me sumergí en la orilla del Danubio. Cuando saqué la cabeza del agua, ví como un par de niños se llevaban la bolsa con las manzanas que había recogido el día anterior y corrían hacia el sur. Al menos solo se habían llevado la comida. Quien le niega una fruta a un niño hambriento, aunque tendría que buscarme ahora otro desayuno.
Salí del agua y me vestí dirigiéndome a pie con Dagen en la dirección de los niños. Debía haber alguna aldea cercana por los alrededores.

Padre iba a estar todo el día en las aldeas cerca del río, haciendo campañas de entrenamiento, y al parecer teniamos que llevarle "más material", ibamos cargados de todo el instrumental que aun no habían trasladado.
Doru y yo nos estabamos encargando de ello, ya que Glad decía encontrarse demasiado mal por el golpe en la cabeza...en realidad lo que ocurría es que no quería tener que montar a caballo.
Me pasé parte del trayecto quejándome de mis hermanos y la otra mitad intentando decir algo a lo que Doru pudiese responder, tras varios asentimientos de cabeza por su parte decidí desistir en mi empeño y me dediqué a canturrear y silbar mientras seguiamos avanzando.
Por el camino nos habiamos cruzado con un grupo de niños que corrían sin demora y que habían molestado un poco a los caballos.
Seguí oteando el horizonte en busca de nuestro destino, pero lo que vi aparecer fue la silueta de un hombre a lo lejos, iba a caballo, y por lo que alcanzaba a ver mi vista desde tan lejos pensé que no se trataba de un soldado, ni de uno de los ayudantes de vigilancia de padre.

Debía ser tradición en su familia ser tan comunicativos… pensaba mientras el transcurso del camino se hacía algo lento y pesado.
No podíamos forzar a los caballos con el peso del material, el suelo húmedo volvía la tierra espesa y los animales se veían forzados a tirar de un carro que parecía a punto de hundirse en el barrizal.
Me adelante con el mió para tranquilizar a los dos que arrastraban el carro cuando los niños pasaron corriendo excesivamente cerca.
Los mire con recelo, era el típico comportamiento de los ladronzuelos. Se acercaban con disimulo para espiar la carga, pero dudaba que nuestro material llamase su atención.
Nunca había acompañado a Shanet si no era con Glad, normalmente mi padre me enviaba con ellos para protegerlos.
Tras mis cavilaciones y tras asegurarme de que los caballos no se desviaban mire a Shanet y la vi atenta a algo, seguí la dirección de sus ojos y observe la silueta que se aproximaba.
Por instinto me lleve la mano al sable que tenía en la montura, la posibilidad de encontrarnos con problemas en el camino siempre existía y nuestro material no era interesante para los crios, pero si podría serlo para otros.

Continuaba montando río arriba, siguiendo las huellas de los niños en el barro para ver hacia donde me llevaban, cuando percibo una pareja de jinetes custodiando un carro. Las primeras personas, adultas, con las que me encontraba aquella mañana y yo sin desayunar.
Cuando nos acercamos un poco más vi a un chico muy joven con cara de pocos amigos, pero el otro era una bella joven de tez blanquecina como el paisaje de mi antiguo hogar en invierno y un largo cabello negro como el más hermoso de los caballos de mi difunto padre. Cuanto más me acercaba, su embriagadora sonrisa era capaz de calentar el alma tras una húmeda noche de Marzo.
- Buenos días, mi señora.- hice un gesto de quitarme el sombrero ante aquella belleza.
- Joven.- salude también a su acompañante que me miraba con cara de pocos amigos.

Seguimos avanzando hasta que aquel hombre dejó de ser una silueta y se cruzó con nosotros.
-Buenos días -respondí a su saludo haciendo un leve movimiento de cabeza hacia delante, y me dispuse a seguir con mi camino pasando por su izquierda, volvi a mirar el horizonte sin ver señales de la aldea, así que por puro impulso me gire repentinamente haciendo que durante un segundo el caballo relinchara por el movimiento.
-Disculpe...¿Sabe si la aldea norte junto al río queda muy lejos de aquí? -le pregunté torciendo la boca en algo que se asemejaba a una sonrisa, aunque más bien decía "por favor di que si", no es que tuviese prisa por ver a padre de nuevo pero no sabía cuantas melodías más podría inventarme durante el camino para rellenar el silencio.

Entrecerré los ojos algo desconcertado por la pregunta de Shanet hacía el posible ambulante o nómada con el que nos habíamos cruzado.
Yo sabía cuanto quedaba, ¿Por qué no me lo había preguntado?
La voz de Glad resonó en mi cabeza: “Porque quizás este cansada de tu silencio…”
Mire hacía otro lado esbozando una mueca, por muchos años junto a una persona con una tremenda facilidad comunicativa yo seguía siendo un lastre para un dialogo constante.
Observe de reojo al hombre, analizándolo, intentando descubrir de donde venía ya que me intrigaba que en aquellos tiempos un hombre con semejante apariencia cabalgase tranquilamente por aquellas custodiadas tierras.
¿Sería un rebelde?
Aquella idea me provoco un leve nerviosismo, me preocupaba los posibles malentendidos que podían surgir si éramos pillados por soldados.
No podía arriesgarme, azote con la bota al caballo para ponerme entre ellos, cruzando mi caballo con los suyos.
Alce la cabeza y mire directamente a los ojos al hombre.
-¿Eres un rebelde?-pregunte sin mas dilaciones. Lo fuese o no, debía resolver mi duda. En primer lugar para avisarlo, si no era un rebelde sus ropajes solo podían ser fruto de otras tierras, y si había entrado en Dacia asi, era porque no había sido detectado. Y si era un rebelde, mi deber y prioridad era apartar a Shanet de aquello. Su padre ya había sembrado la semilla de la discordia y cualquier cosa podría suponer la tragedia para ellos…
-Contesta-le recrimine amenazante.

Y ojos azules penetrantes hasta el fondo del corazón... de los que no podía apartar la mirada por mucho que su impertinente acompañante lo intentase.
- ¿Rebelde? Tranquilo, amigo, solo soy un solitario cazador tratando de vivir de acorde a la naturaleza. En cuanto a la aldea, bueno, no soy de por aquí. Vengo de las montañas. Alcancé el río anoche cabalgando bajo la fuerte tormenta y vine a refugiarme bajo los árboles de la ribera. Se agradece un sol como el de esta mañana ¿verdad?- Bien hecho, hablar de calor para "romper el hielo".- Supongo que si usted viene remontando el río se habrá topado con un par de niños no hace mucho y si su aldea no la han visto por el sur debe de estar río arriba no muy lejos. Si quieren puedo acompañarles. Mi nombre es Filip y éste es mi fiel compañero Dagen.

El tal Filip no parecia mentir, aunque nunca se sabía y Doru me había contagiado un poco de desconfianza, aunque si de cualquier forma fuese un rebelde no había allí nadie para vernos, al menos de momento.
-No seas maleducado -le susurré a Doru desde su espalda, me ladeé sobre la montura del caballo para volver a tener en mi campo de visión al supuesto nómada.
-Mi nombre es Shanet Bodgan y mi compañero es Doru Cracium, dusculpe la desconfianza, pero son tiempos difíciles. Es muy amable por su parte, señor, pero no hará falta que nos acompañe, seguiremos nuestro camino, gracias -si por casualidad apareciese algún militar el hecho de que en realidad no fuese un rebelde no nos salvaria, tenía toda la imagen y en nuestra posición no podiamos permitirnos el lujo de llamar la atención.

Le lance una mirada de represión a Shanet, mientras resoplaba negando con la cabeza.
¿De que tipo de mundo iluso e inocente había salido? ¿Es que su padre no le había enseñado algunos trucos de supervivencia?
Nunca hay que dar ventaja a los posibles enemigos, ni siquiera tu propio nombre, existen tantos modos de atacar y al hombre le gusta explorarlos todos que era mejor ser prudente. Pero estaba claro que el mundo por el que se había desenvuelto Shanet no le había enseñado un par de cosas de sentido común.
Aproxime mi caballo al de ella y me incline para susurrarle.
-Recuérdame que te enseñe un par de cosas cuando nos desasgamos de él…
Yo era solitario, y no por ello un paranoico desconfiado, pero en estos momentos acaba de juntarse una mezcla explosiva. Y un pensamiento cenizo y negativo se me cruzaba continuamente por la mente, por lo menos Shanet me había ahorrado resultar un maldito desagradable.
Pase por delante del hombre y le hice un gesto de despedida con la cabeza al tiempo que le daba unos toquecitos a los caballos que llevaban el carro para que reanudasen la marcha.

- Como queráis, mi señora. Yo también buscaba la aldea pero creo que mejor buscaré antes algo de comer, que ya va siendo hora. Buena suerte con su viaje, ha sido un placer.
Aunque me dirigía en la misma dirección había algo en su negativa acerca de mi presencia que podría resultarles problemático y tampoco quería molestar. Además la mirada de su acompañante, mano a la empuñadura, no creaba ayudaba a crear un clima de confianza.
Algo me decía que volvería a ver esos ojos más adelante. Así pues bebimos Dagen y yo un poco de agua y marchamos en busca de algo que cazar por los alrededores.

Proseguimos el camino solos, que después de todo era lo mejor, percibí que Doru me miraba mal sin entender demasiado bien por qué, ¿por la conversación con el nómada? rebelde o no no era un soldado, lo que le ponía al menos de la parte del pueblo, más o menos...me quedé algo atrás después de la parada así que le di unos golpecitos al caballo para alcanzar a Doru, pero tuve que levantar la vista al ver en el horizonte algunas sombras, figuras que crecian en número por momentos, entrecerré los ojos para intentar ver y antes de que pudiera si quiera pensar en preguntarle a mi compañero que diablos estaba pasando el sonido de las flechas rompiendo el aire nos alertó pasando por encima nuestra, me volví sobre el caballo y miré hacia atrás para observar lo que se nos venía encima, un grupo de soldados se preparaba para lanzar otra descarga de flechas, me encogí sobre el caballo, iban en dirección hacia los hombre que teniamos delante pero esta vez algunas de las flechas no cayeron tan lejos y los caballos se asustaron descontrolandose, levantándo las patas delanteras del suelo y relinchándo, tiré fuerte de las riendas hacia arriba intentando volver a tomar el control. Los rebeldes del horizonte se acercaban con rápidez sobre sus caballos hacia nosotros.

Mierda, la fuerza de mi caballo me pillo desprevenido, lanzándome hacía atrás… intente agarrarme con las dos manos a las riendas pero mi brazo herido hizo acto de presencia. El pinchazo de dolor provoco que me quedara sin fuerzas y cai de espaldas.
Perdí el aire a causa del golpe, y sentí la sangre fluir por mi brazo. Genial, se me había abierto la herida.
Mi caballo huyo, de reojo vi como los caballos del carro se habían descolocado también y tuve que rodar violentamente por el suelo para evitar que me arrollasen, carro incluido.
Me quede de rodillas en el suelo con una mano en el hombro y un terrible dolor que me impidió atender a lo que ocurría a mi alrededor.
Flechas, y mas flechas. Una había pasado peinándome, alce la mirada…¿Estabamos en el peor lugar en el momento mas inadecuado?
Si, sin duda, ya decía yo que el hombre raro nos iba a causar problemas.
Me puse en pie entre la indecisión de correr a por el carro, a por mi caballo… luego recordé que no estaba solo.
Tenía que ponerla a salvo.
De pronto la tenía al lado vi en su cara preocupación y desconcierto, pero no era el momento de pararse a hablar. Agarre las riendas que ella sujetaba firmemente y puse un pie sobre el suyo para montarme en su caballo dándole un sutil empujón a ella que casi la saca de la silla por detrás.
Le arrebate las riendas y controle a su caballo que comenzaba a comportarse como el mio cuando nos vimos rodeados de gente, mis ojos buscaron con avidez una salidad…

Ya llevaba en la bolsa tres liebres cuando el día comenzaba a nublarse, si m dirigía ahora hacia la aldea quizás el carnicero aceptara alguna de las piezas.
Cuando me acercaba al río el sonido de trompetas y gritos de hombres y caballos me llevó a acelerar el paso.
Cuando al fin divisé el río se estaba produciendo una escaramuza, y en el centro...¡no podía ser! la carreta de la pareja que había visto antes y justo al lado podía distinguirlo, ¡era el vestido blanco de Shanet!, estaban atrapados.
- ¡Vamos, Dagen! - Sujeté con fuerza las riendas y descendí a galope por la ladera de aquel montículo.
Los dos luchaban por encontrar una salida y Doru parecía estar herido. A unos cien metros disparé con el arco a unos soldados del exterior del flanco y al acercarme le arrebaté el sable a uno de ellos. Luego me abrí paso entre las filas de los combatientes hasta que les encontré.
- ¡Doru! - grité a aquel chico herido que poco antes me había tratado con desconfianza.
- ¡Síguidme, os abriré el paso!

En nada aquello se volvió un caos y nos vimos envueltos en él sin buscarlo. Fui a ayudar a Doru en cuanto le vi caer al suelo y fue cuando vi la sangre de su camisa, le habían dado aunque eso no impidió tomar las riendas del caballo, consiguió controlarlo a duras penas pero empezabamos a estar muy rodeados en aquella batalla en la que no teniamos que ver y al parecer solo a nosotros nos importaba, un rebelde pasó a nuestro lado y al hacerlo su caballo nos golpeó y el nuestro giró sobre si mismo algo asustado, fue cuando escuche una voz que nos ofrecia una salida, me giré para ver al hombre con el que habíamos coincidido hacia un rato, le hice un gesto a Doru para que lo siguieramos, con un poco de suerte podriamos salir de aquella locura.

No me hacía gracia , no me parecía lo más inteligente con visión de futuro pero el presente, factor determinante de nuestra situación apremiaba a que lo siguiéramos. Pues las consecuencias del ahora eran peores que las del futuro.
Chasque la lengua y lo seguí, le di una patada al caballo del soldado que se giraba hacía nosotros y rece que no fuese nadie conocido, que muriese en aquella contienda o que sufriese de algún tipo de enajenación mental.
Entre el desconocido y nosotros se cruzó un caballo, mis ojos se abrieron de golpe al reconocer el rostro del rebelde, su expresión paso de la concentración al desconcierto y rápidamente a la preocupación.
Gire el rostro para visualizar el de Shanet pero no tuve tiempo antes de que nuestro caballo fuese empujado por la lucha de otros dos.
El hermano de Shanet reacciono, se aparto de nuestro camino y se lanzo hacía los que comenzaban a enredarnos en el problema, los aparto de nosotros y como el “caballeroso” de Filip se había dedicado a abrir paso, la salida parecía factible.
Mire hacía atrás para mirar al tan conocido rebelde que me lanzo miradas de advertencia para que me marchase ya.
Sin dudarlo, atice al caballo y salimos cortando el viento, adelante a Filip y fije mi objetivo en los arboles frondosos que había a unos 400 metros.